jueves, 8 de octubre de 2015

DAME PLACER, novela  de Flavia Company - comentarios  de lector



Sobre Dame placer se ha escrito mucho, por ejemplo el artículo de Eva Gutiérrez titulado “Confesiones de un cuerpo salvaje”, que leí y olvidé para que no interfiriera con mi experiencia de lector y, por otra parte, quien busque una reseña o una sinopsis de la novela seguramente la obtendrá “googleando” o “gugleando” (no sé cómo se castellanizará el verbo), y por lo tanto no voy a incurrir en el llovido sobre mojado.    

Entonces, la preguntar obligada es: ¿qué podría agregar a las críticas tan elogiosas y merecidas de Dame placer un simple lector que solo busca disfrutar o conmoverse leyendo un buen libro?

Se trata de poner en negro sobre blanco las sensaciones que siente la protagonista y que a lo largo del texto me fueron conmoviendo, al tiempo que afloraban ciertos hechos reales de mi vida pasada que no viene al caso narrar, pero que se relacionan al tema de la obra.

Si pudiésemos albergar en una sola nube -por usar un término de moda, ya que todo hoy está en la nube- como si fuese otra Arca de Noé, a los psicólogos, psicoanalistas, y psiquiatras de todo el orbe, quizás después de mucho deliberar podrían explicarnos y definirnos esas palabras esquivas que forman parte de todo ser y que en cada uno en particular se manifiestan de distinta manera, pero sobre todo con diferente intensidad: deseo, pasión y amor; pero yo prefiero dejarlos a ellos con su ciencia y sus diferencias, porque las definiciones cosifican y condenan, pero no condicionan las sensaciones que experimentamos con los sentidos cuando leemos.

Desde mi perspectiva el libro cuenta la historia de una pasión, entendida como un rayo que en lugar de caer en ese lago calmo que es el amor para fundirse con él fue a destruir todo aquello que estaba en su camino, por carecer de las defensas necesarias. Y me parece que de eso se trata la novela, de narrar la trampa en la que cayó la protagonista al no haber encontrado un contrapeso o una compensación para el desequilibrio que la pasión le causó. No pudo pasar de la pasión al amor y esa es la frustración que pagó con su desequilibrio psíquico, ya sea una depresión o un brote esquizofrénico que está muy bien planteado cuando la protagonista dice escuchar voces.

Flavia Company ha escrito en ciento cincuenta y cinco páginas de prosa poética una especie de tratado de la desesperación que logra conmover. Es una vívida y lacerante descripción de los instintos viscerales que conservamos como mamíferos y que bien adormecidos están por lo que llamamos "civilización", pues de otra manera volveríamos a la selva, ya que no habría más que instinto. Todo el texto es de una densidad e intensidad tan desgarradora que pude sentir a la protagonista retorcerse por dentro o arder hasta que solo le quedaran las cenizas, como si se tratara de mi propio cuerpo. En ese descenso a los infiernos la protagonista no va acompañada de Virgilio, como en la Divina Comedia, sino de sus propios fantasmas, dudas y contradicciones, que son el resultado de haber apostado todo a una relación sostenida solo por la pasión que terminó en la nada.   

Si me pidieran señalar los párrafos del libro que más me conmovieron, un primer impulso sería resaltar las ciento cincuenta y cinco páginas, pues cada palabra está puesta donde corresponde; pero en un segundo intento, y solo a manera de ejemplo, citaría estos de la impresión 2008 Ediciones B de Argentina:

Página 18

“Dame placer y te daré la vida. El placer es el destino de unos cuantos. Y el destino no es más que lo que a una se le mete entre ceja y ceja”

Página 29

“Se me va la cabeza con los recuerdos. Se me deshace el estómago, se convierte en un cielo nocturno de estrellas punzantes, que son agujeros infinitos, que son pozos de vértigo por los que caigo veloz, veloz, y recuerdo sin remedio, porque no hay manera de tapar esa hendidura por donde aparece todo sin pausa”

Página 58

“Una puede explicar así la pasión, ¿no? Cuando el sabor que encontramos no es el que se anunciaba, sino otro mucho mejor. Algo nuevo, distinto, intenso. Un sabor que nos desorienta, que nos domina, que nos invade y expulsa de nosotros el peso de la soledad” 

Página 43

“Ella decía que a mi voz le quedaba bien decir aljibes y yo, cuando me acordaba, lo repetía. A veces, en lugar de buenos días le decía aljibes. Se reía. Una risa de esas que no se pueden describir”

Y aquí finaliza mi ciencia. Lean el libro, que no los va a defraudar.


CT

No hay comentarios: